“Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.” Salmos 5:3 ¿De donde sacó David la osadía de estas palabras? Estas palabras son dirigidas por el Espíritu de Dios. Y son las palabras que el gran YO SOY, el Dios de la creación quizo escuchar de boca de los Israelitas. Para esto los había elegido y llevado por el desierto a la tierra prometida: para tener una relación especial con ellos. El énfasis del tiempo, por la mañana, indica que para David era escencial ser escuchado primeramente por Jehová antes que ser escuchado por sabios, consejeros, familiares, amigos o compañeros. La palabra esperaré delante de ti, es interesante porque el ser humano no está dispuesto a esperar. Sin embargo, un rey como David, estaba en completa disposición para hacerlo. Su posición, jamás le hizo dependiente de sí mismo o de sus tantas posesiones. Y sus muchos compromisos, nunca le hicieron independiente de Dios. David sabía quién era delante de Jehová: sólo un pequeño ser humano necesitado. David tenía el hábito de estar en comunión con Dios todas las mañanas. Cada día, David se levantaba y hablaba con el Señor. No importaba lo que tenía que hacer. No importaba como se sentía. No importaba lo cansado que estuviera. Se levantó y lo hizo cada mañana. David, no solo hace esta oración, sino que la comparte a su reino y deja un legado que posteriormente formaría parte de la Biblia. ¿Por qué Dios desearía que estas palabras fueran parte de su palabra divina? Porque Dios desea que todo su pueblo encuentre la escencia de la relación con Él. Ésta relación es muy distinta a cualquier relación en la tierra. Con Jehová, es necesario acercarnos como lo hizo David:
Primeramente; acercarnos a Él creyendo y suplicando con Fe para que nuestras palabras, nuestro gemir y la voz de nuestro clamor sean escuchadas, atendidas y consideradas por Jehová. Dificilmente la oración podrá ser de ayuda a nosotros, si esto es sólo tomado como un hábito exigido como cristianos. La oración demuestra que nadie más es lo suficientemente sabio, comprensivo, atento y consiente como Jehová para escucharnos en cualquier circunstancia de nuestro caminar.
Segundo; antes de realizar o tomar una decisión en el día, debemos acercarnos a ser escuchados por nuestro Dios, presentarnos delante de Él y esperar. Podremos tener asesores a cargo de nosotros, podremos tener padres, pastores, periódicos, estadísticas, consejeros, psicólogos o noticieros, pero siempre antes de presentar nuestras preocupaciones, preguntas, inseguridades ante hombres, debemos hacerlo ante Dios; y debemos esperar. Esperar; así como cuando esperamos que una obra de construcción termine, así como esperamos el día de una boda, o el viaje vacacional esperado. No nos rendimos cuando sabemos que después de la espera vendrá eso que deseamos. Así mismo, no debemos rendirnos y debemos esperar en Él. La oración no es nuestro último recurso en tiempos de angustia, alegría, necesidad, ansiedad y otras circunstancias; la oración es y debe ser el primer lugar antes de cualquier decisión de nuestro día.
Aún nuestro Dios está buscando que frente a las osadías que nos presenta la vida, su pueblo sea osado y que dejen un legado de oraciones osadas y aprendan a esperar osádicamente.
Esperar amados; es esa palabra que creo no se puede explicar. Porque es la palabra que se tiene que experimentar y que también forma parte de la oración.
Creo que al acercanos en oración y humildad a Dios, entendemos el concepto de esperar. No necesita ser definido, necesita ser vivido.