Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo
perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Lucas 15:11-15
Por años hemos podido adoptar la costumbre de ignorar la alarma en la mañana. Así que en lugar de responder a la primera alarma ,seguimos presionando el botón de repetición. La alarma va aumentando su intensidad hasta que llega a ser tan molesta que ya no podemos ignorarla. Entonces nos levantamos, frotamos nuestros ojos, miramos a nuestro alrededor y nos encontramos rodeados de los cerdos del hijo pródigo, y nos preguntamos cómo se llegó a esto.
Esta es mi pregunta: ¿Cuántas alarmas han estado sonando en el mundo entero y hemos estado ignorando?
En la Escritura hay numerosos ejemplos de cómo Dios hace sonar la alarma. Y a menudo la alarma suena temprano para despertarnos antes de que las cosas se derrumben.
2 Crónicas 36:15 habla de cómo Dios suena la alarma para advertir a Su pueblo. Y dice: “Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación.”
En este contexto, significa que Él dio la voz de alarma tan pronto como fueron percibidos los problemas.
Dios igualmente a nosotros; estaba tratando de levantarnos para salvarnos de éste desastre.
Y entonces leemos porque Él advirtió: “… porque él tuvo compasión de su pueblo…” Estas alarmas son para nuestro bien, porque Dios nos ama.
¿Cuál fue la respuesta del pueblo entonces?
El verso 16 dice: “Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio.”
¿Cuál fue el resultado de esta terrible ignorancia?
“Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar joven ni doncella, anciano ni decrépito; todos los entregó en sus manos.” 2 Crónicas 36:17
A menudo ignoramos las alarmas que suenan en nuestras vidas porque no somos sensibles a ellas. Nos burlamos de su sonido e inclusive disfrutamos estar tarde, mientras disfrutamos de nuestros deseos.
Pero las alarmas significan “levántate y toma medidas cuanto antes”.
La respuesta de la humanidad hoy fue la misma, y vemos sus consecuencias. Jóvenes, adultos ancianos y niños; todos, sin perdonar a ninguno sufrimos la enfermedad y la muerte.
¿Y qué pasó con los que escaparon de este mal?
“Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia, y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los persas; para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.” 2 Crónicas 36:20-21
Ahora; frente a la crisis que hoy afrontamos, la alarma suave del arpa no hará el trabajo—esto necesitará una alarma larga y ruidosa para despertarnos. Y Dios lo sabe muy bien.
Por lo cual, estaremos ahora cautivos, en cuarentena como en un corral; encerrados y controlados por las directrices e instrucciones de los mismos gobiernos y de los ciudadanos que crearon el ambiente de ignorancia, de algarrobas y de hambruna; hasta que se cumpla el tiempo que Dios haya determinado y todo esté cumplido; tal y como los profetas lo anunciaron. Y la tierra haya reposado de la ignorancia de la humanidad y de la inmadurez de un pueblo que no acaba de despertar.
O podemos responder a esta larga alarma ruidosa y volver en sí...levantándonos y volviéndonos a nuestro Padre.
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia...
Lucas 15:18-20
¡Despierta!
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